A 20 AÑOS DEL CONFLICTO DEL AGUA QUE ALTERÓ LA CONVIVENCIA TRENQUE LAUQUEN-RIVADAVIA

Hace 20 años se desarrollaba seguramente el episodio más penoso que enfrentó a dos pueblos vecinos – Trenque Lauquen y Rivadavia – dentro de la tragedia de las inundaciones que afectó a toda la región.

El fenómeno de los anegamientos se venía sucediendo cíclicamente desde hacía más de dos décadas, por el avance descontrolado del Río V, la abundancia de lluvias, y la falta de una política oficial que aportara categóricas soluciones hidráulicas.

Todo ello condujo a agudizar la angustia y la exasperación de productores y pobladores que veían ya, o en peligro inminente, que sus campos y ciudades quedaran cubiertas de agua, con su irremediable daño, no sólo a los patrimonios personales, sino a la economía de los distritos. Un desolador escenario que no tardaría en alentar desbordes indeseados.

Y finalmente todo estalló en la tormentosa tarde del lunes 5 de noviembre de 2001, con el agregado que más allá del drama regional, el país vivía una de las peores crisis que se recuerdan por el desplome de su economía, con su secuela de recesión, “corralito”, cacerolazos, y el descrédito de la política, prolongado en un abismal derrumbe moral e institucional.

Procurando parar el agua en América sobre la ruta 70

El partido de Rivadavia, por entonces, vivía su situación más acuciante, con más de la mitad de sus casi 400 mil hectáreas bajo el agua, las cosechas de maíz y soja prácticamente perdidas, pueblos del distrito aislados, más de un millar de evacuados, y América, su ciudad cabecera, ya con barrios inundados. Una frágil contención levantada sobre la ruta 70 la separaban de un infortunio mayor.

No faltaba añadirle nada más para que cualquier chispa encendiera la mecha que provocara el incendio, cuyas derivaciones eran imposibles de dimensionar, pero que nadie desconocía que serían graves, más allá de sus grados de magnitud. Era el prólogo, de lo que algunos medios de circulación nacional, titularon luego destempladamente como “la guerra del agua”.

SOBRE LLOVIDO MOJADO

Vidania convertida en una laguna después de la rotura de la compuerta

El viernes a la noche, anterior a ese lunes 5, ya un grupo de una docena de personas provenientes de Rivadavia habían abierto a pala dos brechas, de 1 a 4 metros, en el terraplén del canal a Vidania, denominación de la estancia que uno de los Pereyra Iraola, apellido de sus propietarios originarios, había bautizado ese campo de 4.500 hectáreas con el nombre de su pueblo natal del País Vasco.

Advertida la anomalía por personal de establecimientos cercanos, estos lograron entre esa noche y el mediodía del siguiente cerrar la brecha y evitar que el torrente siguiera circulando, y comprometiera la zona rural de Trenque Lauquen, y eventualmente su planta urbana.

Infografía indicando la dirección de las aguas, según la compuerta, cerrada o abierta, de Vidania.

Pero el lunes 5, el estado de desesperación llevó a habitantes rivadavienses a acercarse nuevamente al lugar, y con elementos más contundentes la emprendieron contra una de las compuertas hasta romperla. Desde hacía 14 años, ese viejo canal permanecía cerrado, pero ahora al quedar liberado al paso incontenible del agua, a razón de unos 20 metros cúbicos por segundo, unas 2.000 hectáreas de Vidania, en horas, quedaron convertidas en una inmensa laguna.

Lo que siguió se dirimió en la justicia y en el reclamo político. Un fallo del juez Toribio Sosa ordenó el cierre de las compuertas, y el gobernador bonaerense Carlos Ruckauf se expidió en el mismo sentido enviando a su ministro de Obras Públicas Julián Domínguez para supervisar la clausura de la compuerta dañada con maquinarias viales del municipio y provinciales, más un helicóptero del Ejército que se sumó a la tarea para arrimar materiales, y camiones trayendo piedras desde Olavarría.

Algo más de dos centenares de efectivos policiales fueron apostados en la zona del conflicto para evitar eventuales incidentes. De hecho, periodistas trenquelauquenses habían sido agredidos al llegar al lugar para registrar lo acaecido ese lunes, pero la disputa no escaló, la brecha fue taponada, y los estados de ánimo exaltados se fueron moderando, aunque el panorama continuaba siendo inquietante.

Antes hacienda y sembrados; hoy pejerreyes

Por entonces gobernaba interinamente el distrito de Trenque Lauquen, por licencia del doctor Jorge Alberto Barracchia, el ingeniero Juan Carlos Font, y el de Rivadavia, Sergio Buil, ambos superados por el erróneo manejo de la política hidráulica bonaerense que enlazó cuencas cerradas en una llanura donde casi no hay pendientes, provocando la acumulación de aguas, como las de Cuero de Zorro o las del Hinojo Las Tunas, y donde había hacienda y sembrados, hoy nadan pejerreyes y otras especies ictícolas.

LA PALA ANCHA
Anteriormente Trenque Lauquen también sufrió diversos momentos de enorme zozobra. Uno de los más dramáticos transcurrió a mediados de mayo de 1986, cuando cercado por las aguas, a metros de la zona céntrica, con accesos y rutas cortadas, decidió pasar por encima de sus autoridades, y promovió una épica pueblada, abriendo la tierra a pura pala en una extensión de 2300 metros y dos de profundidad en el sector noreste, a unos 3 kilómetros de la planta urbana.

Abren el Canal de la Pala Ancha

Se creía, que por allí podrían derivarse los excesos hídricos y salvar a la ciudad de su anegamiento. Al final, no fue necesaria su utilización e incluso se dijo después que la obra era de dudosa efectividad, pero sirvió al menos para descomprimir un clima de generalizada exacerbación. Aquella gesta es recordada hoy con la imposición de una calle en la Ampliación Urbana, bajo el nombre de Canal de la Pala Ancha, tal como se lo había denominado popularmente.

La última rotura en otro tramo, en 2017

Una de las últimas preocupaciones la generó en agosto de 2017 la rotura, aparentemente intencional, de las compuertas que regulan la salida de la laguna Cuero de Zorro y el ingreso al canal que conduce esas aguas a El Hinojo – Las Tunas. La misma liberó una enorme masa de líquido que puso en riesgo el sistema de canalizaciones e inundó predios a su alrededor.

Es que la apertura intempestiva de canales y destrucción de compuertas termina generando un efecto dominó, y perjudica a los que se hallan aguas abajo, que se ven tentados de hacer lo mismo, para que el agua siga su curso, transfiriendo el daño al vecino.

En aquella ocasión fueron arduos y de varios días los trabajos para taponar el drenaje, utilizándose incluso algún método no convencional como arrojar al lecho un viejo colectivo en desuso para atenuar el paso del agua.

AMEGHINO YA LO ADVERTÍA
Florentino Ameghino, uno de los notables científicos argentinos, escribió en 1884 un libro titulado “Las secas y las inundaciones en la provincia de Buenos Aires”, en el que analizaba y anticipaba los ciclos hidrológicos, ofreciendo sugerencias de obras para prevenirlos hidráulicamente. Insistía que se trataba de una peligrosa imprudencia quedar completamente desarmados ante el peligro de las inundaciones “que adquieren de día en día mayores proporciones”.

Hace más de un siglo que Ameghino advirtió los problemas que acarrearía no avanzar en los trabajos pertinentes, pensando en el largo plazo y no en inversiones coyunturales para salir como se pudiera en los momentos críticos, que es lo que ha sucedido con habitualidad.

La solución planificada viene demorada, y la misma establece que las aguas de nuestra región sean encauzadas a los canales Jauretche y Mercante, con destino final – algún día – en el sistema de la Cuenca del Salado, sobre el que se ejecuta un Plan Maestro de varias etapas, y que contempla su salida a la Bahía de Samborombón.

Las lluvias, a las que se la implora, hasta con misas y procesiones, en tiempos de sequía, pasan de ser una bendición a un azote cuando exageran sus precipitaciones o se las manipula en su curso, y no hay o son insuficientes las obras para que direccionen su escurrimiento sin perjuicio para nadie.