CUANDO TRENQUE LAUQUEN VIO PASAR DOS VECES EL DAKAR, LA CARRERA MÁS IMPACTANTE Y RIESGOSA DEL PLANETA

En los inicios de 2009, Trenque Lauquen, y, sobre todo, su barra fierrera, disfrutaría por primera vez del tramo que pasaba en sus cercanías, de una de las competencias internacionales de mayor impacto: El Rally Dakar.

Se reiteraría en 2010, con la particularidad de hacerlo en sentido inverso. Es decir, que en 2009 se trazó un recorrido, cuya primera etapa pasaba por aquí, y al año siguiente, el itinerario se dibujó en sentido opuesto, por lo que la caravana que aún quedaba en carrera circuló por nuestro distrito en su último trecho.

El francés Luc Alphand derrapa a poco de llegar a la ciudad

Automóviles, camiones, motos y cuatriciclos, conducidos, por afamados pilotos de las más variadas nacionalidades, como el príncipe qatarí Nasser Al Attiyah. el español Carlos Sainz, o el norteamericano Robby Gordon, sumados a la francesa Isabelle Patissier y a algunos argentinos, entre otros, se sometían a un riesgoso trayecto, cargado de obstáculos y dificultades, que recorrió por etapas, algunas provincias del territorio argentino y regiones del chileno.

En esas dos ediciones, atravesó, como se mencionó, parte del partido de Trenque Lauquen, y despertó un entusiasmo mayúsculo. Habitualmente, la dura competencia nacida en 1978, arrancaba en Europa, desde París casi habitualmente, para culminar en Dakar, capital de Senegal, en suelo africano. Pero en 2008 fue suspendida por temor a posibles atentados terroristas de la organización Al Qaeda.

El lituano Agris Feldmanis controla la carga de combustible en el ACA

Esto puso en alerta a las autoridades de la carrera, que decidieron alejarla de su escenario habitual y trasladarla a Sudamérica, donde atravesó los países de Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay y Perú en sus distintas ediciones de 2009 a 2019. En los últimos años pasó a disputarse en Arabia Saudita.

EXTENUANTE CARRERA
Pero en 2009, en su trigésima realización se repartió entre Argentina y Chile, abarcando un total de 9574 kilómetros, distribuidos en 16 etapas, que comprendieron la llanura pampeana, el norte de la Patagonia, el cruce de la Cordillera de los Andes, y el desierto de Atacama chileno, en algunos de sus difíciles tramos. En 2010, la prueba contó con escasas diferencias. Esta vez fueron 9030 kilómetros en 14 etapas.

Cerca de T. Lauquen, un inconveniente detiene al chileno De Gavardo

En 2009 el inicio fue en el predio de la Rural en Palermo, pero el arranque cronometrado partió el sábado 3 de enero desde la bonaerense Saladillo, y culminó en Santa Rosa (La Pampa), atravesando en ese trayecto, pasado el mediodía, parte del partido de Trenque Lauquen. En 2010, desde la capital pampeana se largó el tramo final, el sábado 16 de enero, surcando en sentido inverso, el mismo trazado del año anterior por suelo trenquelauquense para arribar a Bolívar, y de ahí a su punto culmine en Buenos Aires.

Un camión descansa en la banquina, y un auto pasa a su lado, ya en la ruta 5

Esta particular carrera que devino sudamericana de un año para otro fue recibida por el público de las ciudades y pueblos por los que pasó casi como si fuera propia. Una postal que no se veía desde los viejos tiempos en que la popular categoría nacional del Turismo de Carretera competía en circuitos mixtos de pavimento y caminos rurales de tierra, antes de que fuera confinada de su hasta entonces natural hábitat, a los autódromos. Trenque Lauquen no fue la excepción a tanta pasión desbordada y siguió ambos Dakar multitudinariamente.

COMO EN EL VIEJO TC

El Dakar revivió escenas de épocas del viejo TC

Se repitieron escenas como en aquellas épocas de las cupecitas, con todo su folklore y fervor. Nubes de polvo que envolvían al público al paso de cada máquina, y la devolución al rugir estentóreo de sus motores con el saludo del agitar de brazos, y el revoleo de remeras y gorras, mientras a un costado crepitaban las brasas para poner a punto el asado, con un buen tinto para acompañar. Sin duda, uno de los detalles que mayor asombro provocó en los pilotos extranjeros, más acostumbrados a la frialdad europea.

También el rally podría referenciarse en aquellos memorables y maratónicos Grandes Premios del Turismo de Carretera, que a través de azarosos tramos en los que había que sortear lugares desérticos, empantanados o a centímetros de precipicios, vados, arenales, ripios, y bruscos cambios climáticos, unían a buena parte de las provincias argentinas.

Claro está que aquellas cupecitas se parecían mucho a cáscaras de nuez al lado de los modernos vehículos que pasaron por aquí, más semejantes en su estructura e instrumental a una nave espacial. Los muchachos del viejo TC eran, antes que nada, mecánicos, y ellos mismos se las arreglaban como infalibles artesanos para subsanar las roturas de sus coches.

Marc Coma, primera moto en llegar a T. Lauquen, rodeado de una multitud

Eran tiempos en que los relatores solían pedir agua o aceite en la ruta para algún vehículo en dificultades, y las manos solidarias aparecían de inmediato agitando a su paso las latas de lubricantes y los bidones de agua. En el Dakar, y pese a ser asistidos por sólidos equipos, esto también sucedió, y entre otros, tuvo como protagonista al múltiple campeón de motos Marc Coma.

El catalán pasó por Trenque Lauquen estirando una diferencia sideral con el segundo, pero estuvo a punto de abandonar la carrera en el tramo siguiente, si un espectador no le hubiera alcanzado el aceite que le hacía falta para proseguir.

LOS PATRONELLI
Uno de los detalles más sobresalientes para Argentina, computando las 11 oportunidades que se realizó en Sudamérica, fue la actuación consagratoria de los hermanos Marcos y Alejandro Patronelli, subidos a sendos cuatriciclos o quads, en su denominación francesa.

Ambos, pertenecientes a una familia de Las Flores, en la provincia de Buenos Aires, dueña de una fábrica de acoplados y semirremolques sobre la ruta 3, que se involucró totalmente, al punto de acompañarlos, en todos los periplos en los que participaron, contando con un motor home en sus desplazamientos.

Los hermanos Patronelli, primero y segundo en 2010

Marcos ganó en 20102013 y 2016, y finalizó segundo en 2009 y 2012, habiendo sido el primer piloto argentino en subir al podio en un Dakar. En tanto, Alejandro fue segundo en la clasificación general en 2010  y ganador absoluto en 2011, y 2012. Además, que ambos hermanos hayan sido campeón y subcampeón del Dakar, haciendo 1-2 con sus “cuatris” en las versiones de 2010, 2012 y 2016, constituyó una hazaña sin antecedentes en esta competencia.

En 2009, se estableció en Trenque Lauquen una suerte de parque cerrado o de asistencia, ubicado detrás de Petrolauquen, antes del reabastecimiento de combustible en la estación de servicio del Automóvil Club Argentino (ACA) en el cruce de las rutas nacionales 5 y 33, para luego de allí proseguir hasta Santa Rosa, final de la primera etapa.

Marcos Patronelli, entrevistado por los periodistas locales Juan Manuel y Facundo Sotullo en el parque cerrado detrás de Petrolauquen

El público tuerca pudo así, en ese descanso, estar cerca de los competidores, y el periodismo local realizarles breves entrevistas. Una de ellas, fue a la naciente revelación Marcos Patronelli, quien además de destacar los avatares que lo involucraron en esa su primera experiencia, también recordó a “la flaca”, una amiga suya de esta ciudad que no identificó nada más que por el aspecto físico con el que la definió.

En el regreso del Dakar al año siguiente ya no hubo parque cerrado en Trenque Lauquen, por lo que los pilotos luego de finalizar el tramo de enlace desde Santa Rosa, partieron a media mañana desde inmediaciones de Petrolauquen para desandar el sinuoso trazado de tierra circundando la zona de campos de los parajes de Las Guasquitas, Corazzi y La Carreta. Precisamente, aquí se congregó una altísima concurrencia, deseosa de registrar el salto de los vehículos que proponía un elevado cruce de vías.

UN AUXILIO LOCAL
Pero además del histórico paso de ambas ediciones del más atractivo y dificultoso de los rallys del planeta, Trenque Lauquen pudo agregar otro ingrediente emotivo: el auxilio de un mecánico local para que el último automóvil pudiera llegar al término de la carrera.

El avanzado instrumental de uno de los vehículos del Dakar

Alejandro Ripari fue convocado por un amigo para procurar solucionar el inconveniente sufrido por el vehículo del sanjuanino Lino Sisterna, que rompió el embrague a poco de su largada de la ciudad. El tiempo apuraba, ya que el último horario para arribar a la meta final en Buenos Aires había sido fijado a las 3 de la madrugada. De lo contrario quedaba descalificado.

Si bien Ripari no consiguió el repuesto original, encontró uno casi similar, y así pudo repararlo exitosamente, de tal modo que Sisterna continuó su marcha, llegando a la Capital Federal a la una de la mañana, para completar la larga travesía.

Era su sueño final, más allá del lugar que podía ocupar en la tabla clasificatoria. Lo apuraba a Ripari, pidiéndole que, aunque sea, le dejara una sola marcha, que él se las iba a arreglar para llegar de ese modo, tal era su obsesión por concluir la carrera.

El salto en La Carreta, uno de los lugares más concurridos

2009 y 2010, un doble festival para la pasión tuerca trenquelauquense y de la región, testigos directos de las incidencias de un pasaje de ambos rallys, mientras las imágenes eran transmitidas al resto del mundo por las más importantes cadenas televisivas internacionales.