Dentro del contenido de “El Mirador” del año pasado, se ahondó en la historia de la multiplicidad de fábricas, especialmente metalúrgicas, que florecieron en Trenque Lauquen durante las décadas del 40 al 70, que lamentablemente fueron agonizando lentamente, y que impidieron que el distrito se erigiera en un gran polo agroindustrial permanente en el oeste de la provincia de Buenos Aires, como todo lo presagiaba.
Pero fuera del sector metalúrgico, la ciudad tuvo en el doctor Pedro García Salinas, quizás al mayor impulsor de otros emprendimientos fundamentales para el desarrollo comunitario, una lista en la que se inscriben, entre otros, la aseguradora “La Primera”, el Banco Edificador, la Usina del Pueblo, germen de la actual Cooperativa Eléctrica, la clínica que hoy lleva su nombre, y el Matadero Frigorífico Regional del Oeste S.A.

En su homenaje, hoy un busto lo recuerda a García Salinas en la explanada al ingreso del “Centro Cívico Intendente Juan Carlos Font Edificio La Primera”, y el acceso principal de la ciudad, prolongación de la avenida Villegas, ha sido denominado con su apellido.
El establecimiento frigorífico nació a fines de 1940, siendo su objetivo la compra, matanza y faenamiento de animales vacunos y porcinos, el desposte de sus carnes, y la comercialización de las mismas. Como derivación, y a los efectos de un aprovechamiento integral de la producción, se añadió la elaboración de chacinados y embutidos.
La planta ocupó dos manzanas, las comprendidas, en su frente, la calle 12 de Abril; en sus laterales, las de Lavalle y Lucía B. de Pastor, y cerraba el contrafrente con las vías del ferrocarril, y la calle Rivadavia.
VASTA PRODUCCIÓN
Además de ser una generosa fuente de trabajo, ya que allí llegaron a desempeñarse poco más de 400 personas, desarrolló una fecunda producción, que, en sus días de esplendor, el frigorífico alcanzó a faenar unos 250 vacunos y 80 porcinos diarios, además de alrededor de 8 mil kilos de variados chacinados y embutidos cada día.

Todo era mayoritariamente consumido en la ciudad y la región, a través de su distribución en las carnicerías, y durante un período se lo proveyó al Mercado de Abasto, ocupándose el ferrocarril de su transporte hacia la Capital Federal.
Los chacinados y embutidos, en tanto, gozaron de una amplia aceptación, que además de poder adquirirse en comercios locales, también llegaron a comercializarse en otras provincias. También contó con una fábrica de hielo que se expendía en forma de barras, destinadas primordialmente a confiterías, restoranes, clubes en sus noches de bailes, y otros acontecimientos sociales.

No obstante, el éxito que acompañó a la empresa a comienzo de 1948, comenzó un inexplicable declive financiero que ante el peligro de su cierre derivó en un proceso de salvataje, con el objetivo de salvaguardar la fuente de trabajo y proseguir con el abastecimiento a la población.
A través del trámite judicial de la expropiación, toma las riendas el Ministerio de Asuntos Agrarios bonaerense y se ocupa la planta como Matadero Municipal, de resultas al cuál, los carniceros de la ciudad adquirían la hacienda en las ferias que realizaban las casas consignatarias y la conducían allí para su posterior faenamiento.
RENACIMIENTO Y CAÍDA

Otra etapa comenzaría hacia 1954, cuando se hace cargo de la explotación del establecimiento la Federación Gremial del Personal de la Industria de la Carne y sus Derivados, que conducía el entonces poderoso gremialista Lesio Romero, quien visitó la ciudad en varias oportunidades para interiorizarse del funcionamiento de la planta, que pasó a denominarse Frigorífico Regional Trenque Lauquen.

Durante esos años, bajo la administración sindical, aquel volvería a renacer en su plenitud, llegando incluso a poseer dos carnicerías propias en el ámbito urbano, con el consiguiente beneficio para el consumidor, al eliminarse la intermediación. Otros cortes también eran orientados a la zona y a la Capital Federal. Se retomó, asimismo, la elaboración de sus antiguos y apetecidos fiambres, con una amplia distribución territorial.
Pero en 1962 vuelve a trastabillar su actividad. Se mantiene el sector productor de hielo, y son alquiladas las cámaras frigoríficas, hasta que en 1967 interviene el gobierno provincial para desplazar al gremio y mediante un convenio con la Intendencia local, se lo vuelve a habilitar como Matadero Municipal. Este período se extendería hasta 1971 al lograr el sindicato de la carne que le sean devueltas las instalaciones, aunque para cerrarlas definitivamente.

A mediados de 1985, el gremio lotea las dos manzanas y vende las parcelas en subasta pública, tarea que llevaron adelante los martilleros Abel Estévez y Nelson Carreño. Con el tiempo se fueron construyendo viviendas familiares, comercios como uno destinado a la venta de materiales para la construcción, una reconocida tornería, y hasta se levantó una fábrica para la explotación de la carne de liebre, con comercialización a países europeos, que, con sus idas y venidas, también hoy es un recuerdo.
LAGO ROJO

La memoria además nos remite a una postal de aquellos años que se tornó muy familiar para los habitantes de la ciudad, aunque nada grata para quienes vivían en su cercanía. Se trataba de una enorme laguna de color rojo formada por la derivación de la sangre ocasionada por la matanza de los animales hacia un predio lindero al frigorífico de una superficie que abarcaba unas 5 hectáreas. Se carecía en la época de desagües industriales y fue el modo que se encontró para canalizarla.
Si bien fue algo que los trenquelauquenses naturalizaron, no dejaba de ser curioso y hasta de asombro para foráneos, sobre todo para quienes abordaban el tren, ya que la marcha de este rodeaba el contorno de dicha laguna teñida de rojo. La curiosidad llegó incluso hasta el fútbol para denominar como Lago Rojo a un equipo que militó en la categoría del ascenso de la Liga local, y actualmente ese nombre ha sido heredado por otra formación que disputa en canchas del Polideportivo el tradicional Torneo Villegas.
Las fotos que ilustran esta nota pertenecen al archivo histórico del Dr. Roberto Mileo, a quien DataTrenque agradece su colaboración.