Germán Lauro nos contó que prestó al joven atleta Juan unas balas —de 8 y 9 kilos— que fueron clave para su preparación y triunfo, y celebró el esfuerzo del atleta y de todo el grupo de entrenamiento. Lauro nos comenta que: tras la repercusión que tomó la situación de Juan, varias personas se comprometieron a aportar fondos y ya se consiguieron al menos dos balas de competencia para el deportista.
Lauro, que conoce a Juan desde su infancia, destacó también otros logros del grupo: mencionó a Tomás Olivera, reciente campeón panamericano en lanzamiento de martillo, y señaló la presencia de varios jóvenes con proyección, como Nazareno, cercano a batir su récord nacional.
Lauro apuntó a una problemática estructural: la falta de políticas deportivas sostenidas a nivel nacional que afectaría al desarrollo de atletas amateurs. Lauro describió el desfinanciamiento del deporte, la carencia de infraestructura y equipamiento, y la necesidad de que el Estado acompañe las etapas iniciales del desarrollo deportivo, cuando el apoyo privado suele no estar disponible.
“El deporte es una inversión, no es un gasto”, afirmó Lauro, subrayando que el apoyo estatal debería focalizarse en los pasos más fundamentales del crecimiento de un deportista. En su relato reconoció que, si bien hubo incentivos puntuales que ayudaron económicamente, hoy esas estructuras están “casi desmanteladas”, lo que obliga a los atletas a depender con frecuencia del esfuerzo propio y de la solidaridad local.
La historia de Juan —entrenando con implementos prestados y ahora con acceso a balas de competencia— refleja, según Lauro, tanto la capacidad de superación individual como la urgencia de políticas públicas que sostengan a las nuevas generaciones del atletismo argentino.