UN AUTO DE CARRERA FUE EL CURIOSO PRIMER HOMENAJE INTERNACIONAL A EVA PERÓN

Fue el primer homenaje a Eva Perón fuera del país, luego de su muerte prematura, a los 33 años, el 26 de julio de 1952. Ese día, un impiadoso cáncer había finalmente consumido la fragilidad de su cuerpo. Casi un año y medio después, una mujer inglesa le rendía tributo de una manera curiosamente peculiar.

Fangio conduciendo al triunfo su automóvil

Es que lo fue desde un automóvil de competición en la denominada Carrera Panamericana que se disputó en noviembre de 1953 en México, ganada finalmente por el argentino Juan Manuel Fangio.

Se llamaba Jaqueline Evans, y aunque no conoció personalmente a Evita, no ignoraba su historia, y la unían a ella algunos lazos comunes. Por lo pronto, procurar trascender desde su costado femenino frente a un mundo dominado entonces por un extremado machismo. Superar esa barrera, era toda una batalla que significaba derribar prejuicios muy alojados en la sociedad.

Evans y el rostro sonriente de Evita en el capot del auto

Otro punto de conexión fue el sueño de ambas de destacarse en el plano artístico, pero tanto una como otra no llegaron a desempeñar papeles protagónicos, sino actuaciones secundarias. En el caso de Eva, esa carrera se interrumpió al conocer al entonces coronel Juan Domingo Perón, al que a partir de ese momento decidió acompañar en su derrotero político, y abandonar la actividad.

Precisamente, Trenque Lauquen la vio pasar acompañando a Perón, en el final de la campaña que pocos días después lo consagraría por primera vez como Presidente. Fue el 19 de febrero de 1946, y el tren que ya se dirigía a su punto terminal en Buenos Aires, hizo una parada en la estación local, con la celebración de un breve acto.

Evita permaneció en el interior de uno de los vagones, pero algunos vecinos pudieron acceder al mismo y saludarla. Eran flamantes esposos con el inminente presidente, casados hacía dos meses en la iglesia San Francisco de Asís de La Plata.

La Evans, en tanto, había nacido en las afueras de Londres, pero su afán de alcanzar notoriedad como artista la llevó a cruzar el Atlántico para probar suerte en Estados Unidos, la meca del cine entonces. Tampoco pasó de papeles menores, y entonces voló de Nueva York y a México, donde sí tuvo la fortuna de conocer a quien más tarde sería su marido, el popular torero Fernando López, y con él se radicó en la paradisíaca Acapulco.

AMANTE DE LA VELOCIDAD

En un lateral “En memoria de Eva Perón”

Pero además tenía el hobby de los autos de competición y la velocidad. Y aprovechó esa Carrera Panamericana para subirse a un Porsche, al que se le había asignado el número 200, y que ploteó con una imagen del rostro de Evita en el capot, y otras inscripciones para recordarla en sus laterales: “En memoria de Eva Perón” y “En representación de las mujeres del mundo”

Evans en línea de largada

La británica solía confraternizar como actriz con artistas argentinos que viajaban a México habitualmente contratados para filmar. Con ellos intercambiaba largas charlas, en los descansos en los estudios cinematográficos, y en las posteriores reuniones sociales. Seguramente era inevitable la referencia a Evita en esas conversaciones, lo que le permitió a la inglesa ahondar en detalles de su personalidad y obra.

Pesaba, sobre todo, dentro de los conocimientos que le fueron transferidos, la decisiva influencia que Eva había tenido para que en la Argentina la mujer pudiera ejercer su derecho al voto, hasta entonces vedado. Rubricaba con su proceder una larga lucha precedente de otras mujeres como la médica y educadora Alicia Moreau, casada con Juan B. Justo, el fundador del Partido Socialista.

Pero recién en 1947 pudo sancionarse la ley en tal sentido, y concretarse en los comicios de 1952, donde Perón resultó electo para su segunda presidencia. Eva, ya muy deteriorada en su salud, pudo sufragar desde su lecho de enferma. Una icónica foto de ese momento lo registra.

Y esto tenía una notable singularidad con lo que sucedía por entonces en México, ya que el presidente de ese país Adolfo Ruiz Cortines había promulgado la ley del voto femenino el 17 de octubre de 1953, que además de coincidir con la fecha por antonomasia en la liturgia peronista, ocurría un mes previo de la largada de la Carrera Panamericana, cuya partida se produjo el 19 de noviembre de 1953.

FANGIO, GANADOR
Se corrió en ocho etapas por rutas aztecas, y e integraba el calendario del Campeonato Mundial de Marcas, de modo tal que se alistaron las más prestigiosas como Ferrari, Porsche, Lancia, Mercedes-Benz, y Alfa Romeo, entre otras.

El Lancia ganador en México exhibido en Balcarce

La bandera a cuadros lo vio ganador al argentino Juan Manuel Fangio, que condujo un Lancia, después de ser autorizado por las autoridades de Maserati, la marca con la que competía entonces en la Fórmula 1. Ese Lancia hoy se exhibe en el Museo en homenaje al “Chueco” en la ciudad de Balcarce. También corrió, aunque con menor suerte, Oscar Gálvez, al mando de un Lincoln.

Otra imagen de la piloto Evans

Evans, a su vez, con el Porsche de homenaje a Evita consiguió alzarse con el triunfo en la categoría de Turismo Especial. Ya la había disputado en cuatro ediciones anteriores con distintos modelos americanos, pero en 1953 se inclinó por el Porsche alemán.

Jacqueline Evans, la mujer que rindió el primer homenaje internacional a Eva Perón, había nacido cuatro años antes que ella, y falleció 37 años después, en 1989, en Acapulco.