VOLVÍA LA DEMOCRACIA Y EN TRENQUE LAUQUEN EL VOLTAJE POLÍTICO ALCANZABA ALTOS DECIBELES Y GRAN PARTICIPACIÓN

Hace casi un mes se cumplieron 38 años del comicio que clausuró la tenebrosa etapa de la última dictadura y puso fin a la tutela militar sobre la civilidad, más allá de los coletazos que intentaron silenciarla nuevamente como los episodios de Semana Santa del ’87, y el levantamiento carapintada de fines de 1990, fracasados ambos en sus ilegítimos arrebatos.

En pocos días más, habrán de celebrarse las casi cuatro décadas de la restauración definitiva de la democracia, completada con la asunción de sus nuevas autoridades a partir del 10 de diciembre de 1983, que es un hecho, que, aunque parezca como una continuidad natural a una elección, no siempre ocurrió, como en marzo de 1962, cuando al peronismo triunfante, un golpe militar le impidió ejercer los mandatos que habían logrado con holgura en las urnas.

Larga fila para votar frente a una escuela

Por ello se debe honrar siempre 1983, cuando el pueblo concurrió masivamente a votar para ratificar su opción por la democracia, a la que la historia la precede de un sinuoso camino abarrotado de amenazas para hacerla trastabillar permanentemente.

Sólo basta recordar, dentro de las numerosas, un par de circunstancias más contemporáneas. En 1966 el general Juan Carlos Onganía disolvió los partidos políticos, núcleo fundamental en la existencia de un Estado democrático, y años después fue el general Leopoldo Galtieri el que atentó contra ella formulando la sombría provocación de cerrar definitivamente sus puertas, cuando enfatizó que “las urnas están bien guardadas”.

Ese 30 de octubre de 1983 marcó otros hitos, entre ellos, que fue la primera derrota peronista en elecciones presidenciales. Con el paso del tiempo se sucedieron sin solución de continuidad los llamados al sufragio, los que homologaron alternancia y la aparición de frentes y coaliciones para gobernar provincias y el país.

Alfonsín – Martínez, la fórmula radical

Raúl Alfonsín, el primer presidente de esa aurora democrática lo había vaticinado: “Algunos celebraremos más que otros, pero todos vamos a festejar el retorno de la democracia para todos los tiempos”. Sólo faltaría que la clase política se empeñe en transformar en realidad el objetivo apuntado en sus vibrantes alocuciones. Tras recitar el Preámbulo de la Constitución, el líder radical aspiraba como norte ideal e imprescindible que “con la democracia se come, se educa y se cura”.

CATEGÓRICO TRIUNFO RADICAL
En aquellos comicios compitieron 12 partidos políticos, pero la pelea sustancial se dirimió entre la lista 3 de la Unión Cívica Radical con la fórmula Raúl Ricardo Alfonsín – Víctor Hipólito Martínez y la lista 2 del Partido Justicialista con Ítalo Argentino Luder – Deolindo Felipe Bittel. La primera dupla se impuso con el 51,75 % de los votos, sobre los 40,16 % que obtuvo la última.

Boletas de la UCR y el PJ

El peronismo portaba un aura de invencibilidad, pero ya no estaba el general Perón, y eso era manifiesto que lo debilitaba. En un error político, en el acto de cierre, el candidato a gobernador bonaerense Herminio Iglesias tuvo el desatino de prender fuego a un féretro con los colores y siglas del radicalismo, un hecho que fue juzgado como negativo para la captura de votos, justo cuando arrastrábamos años de violencia que la inminente democracia venía a desterrar.

Sin embargo, ya se escuchaba la locución latina “alea jacta est” (la suerte está echada) proveniente de las pocas encuestadoras existentes, cuyos registros le atribuían un amplio triunfo a la UCR, incluso una de las más creíbles, la de Julio Aurelio, fue publicada por el diario La Nación, 24 horas antes del comicio, cuando todavía no existía la actual prohibición de su difusión en los 15 días previos a la votación.

Y otro dato categórico. De todas las elecciones presidenciales desde el regreso de la democracia fue la que tuvo mayor participación: votó el 85,6 % del padrón, una demostración de las ansias contenidas de un pueblo por emitir el sufragio y elegir a sus representantes tras el largo período de autoritarismo.

Desde entonces, se han reiterado elecciones libres y transparentes, y la siguiente a aquella primera, sumó además un suceso inédito. Al transferir Alfonsín la banda presidencial a Carlos Saúl Menem en 1989, fue la primera vez en la historia, que un presidente, perteneciente a un partido, le trasladaba el poder al mandatario electo de otro partido.

LAS TENSIONES PARTIDARIAS
Mientras tanto, en Trenque Lauquen, en marzo del ’83 un implacable incendio reducía a cenizas el histórico restorán “La Rodada”, de la familia Palazzani, donde se lucía el chef Roberto “Mecha” Tur, y su imperdible pollo a la suiza. Pero paralelamente se comenzaba a cocinar otro menú, que tenía que ver con el clima político que derivaría en la preparación de los partidos con vistas a diciembre.

La agitación preelectoral era protagonizada con intensidad en el interior de las dos fuerzas mayoritarias, aunque la mayor efervescencia transcurría dentro del justicialismo, que terminaría eligiendo a sus candidatos disputándolos en una interna, que tuvo pasajes de rispidez, manifestado en declaraciones cruzadas y de tono altisonante, a través de los medios o en los actos públicos convocados en los distintos barrios y poblaciones del distrito.

El radicalismo, por el contrario, ya había celebrado una interna el año anterior para designar autoridades partidarias, pero para la confección de su lista para enfrentar la elección general de octubre optó por un acuerdo entre la Línea Nacional y el Movimiento de Renovación y Cambio, aprobado mediante una asamblea que se desarrolló en la sede de Monferrand y Alem del Club Atlético Trenque Lauquen.

Arrastúa consagrado candidato por la UCR

De ahí nació la candidatura a intendente del Dr. Horacio Antonio Arrastúa, aunque luego de largos cabildeos, ya que un grupo de los asistentes postulaba para el mismo cargo a Roberto José Rodríguez Mera. Este, ausente, ya que se encontraba participando en Buenos Aires de la tradicional Exposición Rural de Palermo, por vía telefónica, declinó su aspiración, aunque manifestó su deseo de acompañar a Arrastúa, encabezando la lista de concejales.

Final de campaña del PJ. Ciglia, Vilbazo y Estévez

Por el lado del peronismo se alinearon la Unidad Básica Perón Evita, cuyo principal referente era Abel Estévez; el Centro de Estudios Justicialistas, conducido por el Dr. Enrique Chueco Vilbazo, y una agrupación que respondía a nivel nacional al neurocirujano Raúl Matera, y que aquí, como Lista Amarilla, candidateaba a Héctor Juan “Coco” Vernhes, hijo de Matilde Amigo, una legendaria adherente al justicialismo local.

Un acto barrial de Vilbazo

Finalmente, los números de la interna favorecieron ampliamente a Estévez. Salvo en las mesas de 30 de Agosto donde se impuso Vilbazo, en todas las de Trenque Lauquen, que incluyó a los afiliados de Beruti, ya que allí no se instalaron urnas, el triunfo de Estévez fue categórico, de modo tal, que así quedaba consagrado como el candidato a intendente por el PJ.

Acto de Luder en Trenque Lauquen

La temperatura preelectoral se vivía además en la ciudad con la permanente visita de las principales figuras políticas de las distintas fracciones. Pasaron en esos meses del ’83 los aspirantes a la presidencia por el peronismo Ítalo Luder y Deolindo Bittel; el candidato a gobernador riojano Carlos Menem; Raúl Matera; el postulante a la gobernación bonaerense Herminio Iglesias; Alejandro Armendáriz y Elva Roulet, la fórmula radical que lo venció; los dirigentes del mismo partido Luis León y Conrado Storani, y Oscar Alende, pretendiente presidencial por el Partido Intransigente, entre otros. Alfonsín, había estado un año antes, en ocasión de la interna partidaria.

GANA ARRASTÚA

Clásica postal. Arrastúa festeja en la ventana del comité radical. Cacho Cabrera a su lado

Al término del conteo de votos ese 30 de octubre en Trenque Lauquen, Arrastúa (UCR) cosechaba 8.726 sufragios; Estévez (PJ) 7.394; Roberto “Beto” Lanz, por el Partido Intransigente (PI) 1.564; y el abogado Julio Jonas, por el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) 1.177, entre los que más expectativas reunían. Más abajo se ubicó con 129 votos la Democracia Cristiana (DC); 108, el Partido Comunista (PC); 31 el Movimiento al Socialismo (MAS), y 274, en blanco.

Arrastúa jura como primer intendente de la restaurada democracia

El 11 de diciembre de 1983, Arrastúa juró como primer intendente de la recuperada democracia en un atestado hall de la Municipalidad. Pocos días antes anunciaba los nombres de quienes lo acompañarían en su gestión, una grilla que reunía al Dr. Héctor Ricardo Martín (Secretario de Gobierno y Hacienda); al ingeniero Carlos Garbarino (Secretario de Obras y Servicios Públicos); Dr. Oscar García Moris (Secretario de Salud Pública); Dr. Jorge Alberto Barracchia (Secretario de Acción Social); escribana Matilde Labaronnié de Pereda (Directora de Cultura); y Alfredo Zambiasio (Contador Municipal). Serían Delegados, en 30 de Agosto, Martín Micheo, y en Beruti, Juan Armano.

En tanto el Concejo Deliberante quedó constituido, por el radicalismo: Roberto José Rodríguez Mera, Carlos María Folco, Jorge Alberto Lamelo, Carlos Arturo Soriano, Ricardo Avelino Kurlat, Alicia Beatriz Testa, Carlos Eduardo Grill, y Armando Guerra. Por el peronismo: Ignacio Gortari, Horacio Mouttier, Héctor Coronel, Miguel Oscar Sánchez, Zenón Conesa, y Francisco Rubén Sastre. Por el Partido Intransigente, Roberto Miguel Lanz, y por el Movimiento de Integración y Desarrollo, Carlos Alberto Elizondo.

Rodríguez Mera, presidió el Concejo Deliberante, y como un dato anecdótico, el actual titular de ese cuerpo es su hijo Alberto Rodríguez Mera; el Dr. Kurlat ejercía la presidencia del bloque de la UCR, y Sánchez, el del PJ. En tanto, Ramiro Martínez, Rosa Ortiz, y Laura Servieres integraron por la UCR el Consejo Escolar, y Enilda Rosa Serra, Élida Ana Villar y Ethel Etchart, lo hicieron por el PJ. A su vez, el escribano Horacio Aníbal Sotullo, por el PJ, accedía a un escaño en el Senado bonaerense.

Pero no todo era política, más allá del regocijo por la reinstauración democrática. La que también festejaba ruidosamente era la hinchada del club Las Guasquitas, que al empatar 1 a 1 con Atlético Pellegrini, obtenía, después de aguardar 26 largos años, el campeonato de la Liga Trenquelauquense de Fútbol.

 

La nota ha sido ilustrada con reproducciones de páginas del diario “La Opinión”, incluidas, dentro de ellas, las fotos tomadas por el recordado Juan Carlos Cuerda (Foto Flash)