HACE DIEZ AÑOS MORÍA NELLY OMAR, PERO EL MUSEO PARA EL QUE LEGÓ SUS BIENES Y PRESERVE SUS CENIZAS EN GUAMINÍ, SIGUE PARALIZADO. OFENSA A LA CULTURA NACIONAL, Y A SU MEMORIA

Escribe Hernán Sotullo

Su última actuación en el Luna Park

Mientras Trenque Lauquen inaugura con devoción cultural un museo tras otro, en Guaminí siguen ignorando irreverentemente, a una década de su muerte, el sagrado legado que le impuso Nelly Omar, una de sus más históricas alhajas: la de conservar en un museo, buena parte de sus pertenencias y sus cenizas.

El 20 de diciembre de 2013 Nelly Omar se bajaba de este mundo después de una casi inextinguible existencia de 102 años. Pero dejó una última exigencia como para que su longevidad terrenal tapizada de un glorioso pasado no se quedara en ese suspiro final, y pudiera prolongarse mucho más allá.

Para ello, meses antes, lo dejó expresado en las sagradas palabras de un testamento, las que, a diez años de su fallecimiento, no son más que una idílica expresión de deseos. Hasta hoy, una burla a su última voluntad, y un cachetazo a la cultura del país.

Una joven Nelly en una actuación radial

La “cantora nacional”, como sus oídos preferían oír, dejó su Guaminí natal, a los 12 años para comenzar a labrar una de las más centelleantes páginas de la tanguística y el criollismo en el arte argentino. Envuelta en la túnica de la leyenda, en edad centenaria, con el manto de su poncho pampa, el Luna Park la despidió de pie en su última actuación pública, prodigándole ovaciones y vítores.

En su solar natal estuvo, por última vez, en diciembre de 2005, para cantar a cielo abierto, sobre el escenario del Cacique Catriel, a orillas del Lago del Monte, cuando su emoción le impidió continuar la gala al entonar el quinto tema, y debió ser asistida por un médico.

La artista y detrás, parte de los objetos donados

Y allí también, ese mismo día – soy testigo de ello durante la cena posterior – siendo intendente el radical Carlos Alberto Cordero, nació la idea de aportarle a su ciudad algunas de sus pertenencias, lo que materializó en su testamento en julio de 2013. Pero esta vez fue más amplia: detallaba un conjunto de objetos – poncho, guitarra, discos, libros, premios, distinciones, cuadros, partituras, y hasta un viejo tocadiscos Winco y otros muebles – que donó a la Municipalidad de Guaminí con el cargo de ser exhibidos en un museo que llevara su nombre.

El futuro museo, en estado de abandono

Más aún, disponía que sus restos fueran cremados, y que las cenizas contenidas en una urna también fueran depositadas en el mismo lugar. A una década de su muerte, sólo yuyos crecidos y algunas paredes desnudas de una obra largamente paralizada lucen como el más explícito incumplimiento al último y más íntimo deseo de la cantante, y de aportarle a la comunidad uno de sus más notables rastros identitarios, fundados en la nula voluntad política del municipio guaminense, en manos del peronista José Nobre Ferreira.

Varios pedidos de informes desde los bloques opositores del Concejo Deliberante, y el reclamo de otras entidades, cayeron en saco roto. ¿La obra no progresa por falta de fondos? No es lo que parece. Hay constancias de importantes sumas de dinero girados para esa finalidad durante las gobernaciones de Daniel Scioli y de María Eugenia Vidal, los que fueron desviados sin ningún pudor a otros destinos en la comuna.

Nelly celebra su cumpleaños. La torta con el escudo peronista

Y tratándose de un municipio gobernado por el peronismo, es llamativo que, más allá de su valor cultural, sentimental, y atractivo turístico, ni siquiera se contemple al museo como un homenaje partidario, teniendo en cuenta el calvario que debió soportar la egregia artista por su adhesión a esa idea política, y su amistad con Evita, a la que le dedicó la milonga “La descamisada”.

Todo ello le valió, a la caída de Perón, el saqueo de su casa, la prohibición de actuar en radio, el impedimento de grabar, y hasta corrida de tugurios dónde sólo cantaba por monedas para comer, lo que la arrojó a la sobrevivencia del exilio, y hasta cantar en el exterior con ropa prestada por su amiga Tita Merello, otra gloria del canto argentino.

Es de destacar que el ex intendente justicialista Néstor Álvarez, fue posteriormente Jefe de Gabinete del ministerio de Infraestructura bonaerense, donde la obra pública se supone constituye una obsesión, pero que en este caso no fue la virtud que lo caracterizó para terminar la obra aprovechando tan alto cargo.

Otra vista de la desidia. Detrás la iglesia Ntra.Sra. de la Candelaria

La inconclusa construcción está ubicada en una esquina, en pleno centro, frente a la plaza principal, donde la Asociación Española de Socorros Mutuos poseía una vieja confitería que, con generosidad, permitió sea demolida para dar lugar al futuro museo.

Mientras tanto, desde el municipio se fueron anunciando plazos de terminación de la obra que es manifiesto jamás se cumplieron, porque nunca se avanzó en un metro cuadrado más. En un intercambio de mails de quien escribe estas líneas con el ex ministro de Cultura nacional Tristán Bauer, este se comprometió ocuparse. Vana promesa, como la de otras gestiones realizadas.

Vista del museo inconcluso. Enfrente el edificio municipal construido por Salamone

No sabemos tampoco, el estado de las pertenencias donadas, por las que tememos por su deterioro. Es inadmisible esta rémora tratándose, en todos los casos, de funcionarios peronistas, que deberían recordar el consejo que el fundador de dicha fuerza les dejó como una marca indeleble: “Mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar”.

Ante esta inacción municipal, seguramente más preocupada por la contratación de bandas, habituales en cada verano en ese distrito. o la preparación de los corsos locales, cabe apelar, en esta interminable retahíla de reclamos, a las nuevas autoridades bonaerenses con injerencia en estas cuestiones, especialmente a Florencia Santiout, titular del Instituto Cultural provincial, y al ministro de Infraestructura, Gabriel Katopodis.

En el distrito, donde dejó sus huellas de monumentalidad el arquitecto italiano Francisco Salamone, al museo a Nelly Omar se le detuvo el reloj de arena atado a la morosidad de su marcha. Proscripta en 1955 por quienes derrocaron a Perón, la “Gardel con polleras”, parece haber sido nuevamente proscripta, esta vez incomprensiblemente por el partido político al que adhirió fervorosamente en vida.