GUAMINÍ: LA SEGUNDA MUERTE DE NELLY OMAR

El museo que el municipio de Guaminí debería construir para la popular artista espera hace 5 años. Y dos gobiernos provinciales destinaron fondos para su edificación. Las pertenencias de la “cantora nacional” siguen bajo custodia del albacea

ESCRIBE: HERNÁN SOTULLO (*)

El 20 de diciembre de 2013 Nelly Omar se bajaba de este mundo después de una casi inextinguible existencia de 102 años. Pero dejó una última exigencia como para que su longevidad terrenal tapizada de un glorioso palmarés no se quedara en ese suspiro final, y pudiera prolongarse mucho más allá. Para ello, meses antes lo dejó expresado en las sagradas palabras de un testamento, las que a más de cinco años de su fallecimiento, no son más que una idílica expresión de deseos. Hasta hoy, una burla a su última voluntad.

La “cantora nacional”, como sus oídos preferían oír, dejó su Guaminí natal a los 12 años para comenzar a labrar una de las más centelleantes páginas de la tanguística y el criollismo en el arte nacional. Envuelta en la túnica de la leyenda, en edad centenaria, con el manto de su poncho pampa, el Luna Park la despidió de pié aturdiéndola en aplausos, y vítores.

Fue su último concierto, aunque aún se sentía vital y vislumbraba la expectativa de grabar un nuevo disco sólo con canciones criollas, un deseo que expresó al escribir para “Quiero 33”, mi último libro: “Hoy haría exclusivamente temas camperos, como volviendo a mis orígenes de pampa de mi Guaminí natal”. Allí estuvo, por última vez, en diciembre de 2005, para cantar a cielo abierto, sobre el escenario del Cacique Catriel, a orillas del Lago del Monte, cuando su emoción le impidió continuar la gala al entonar el quinto tema.

Sólo paredes peladas

Y allí también, ese mismo día, siendo intendente el radical Carlos Alberto Cordero, nació la idea de aportarle al museo local algunas de sus pertenencias, promesa que le confió  a su entonces Director y actual concejal Eduardo “Pono” Hiriart.

Años después, lo materializó en su testamento de julio de 2013, pero esta vez fue más amplia: detallaba un conjunto de bienes – poncho, guitarra, discos, libros, premios, distinciones, cuadros, partituras, y hasta un viejo tocadiscos Winco y otros muebles – que donó a la Municipalidad de Guaminí con el cargo de ser exhibidos en un museo que llevara su nombre. Más aún, disponía que sus restos fueran cremados, y que las cenizas contenidas en una urna también fueran depositadas en el mismo lugar, por lo que entonces la construcción debía adquirir la categoría de museo y mausoleo.

A más cinco años de su muerte, sólo algunas paredes peladas de una obra largamente paralizada lucen como el más explícito incumplimiento a la última voluntad de la cantante, y la nula voluntad política del municipio guaminense de aportarle a la comunidad uno de sus más importantes rastros identitarios, los de la mujer que esa noche desde el Catriel describió a su ciudad como “el lugar siempre esperado, al que acudo dichosa, Guaminí, mi pueblo amado”.

En 2011 se llamó a concurso para proponer la construcción del museo y mausoleo, que le fue adjudicado a un estudio de San Miguel, encabezado por el arquitecto Oscar Eduardo Mesa, el que consultado para esta nota se mostró extrañado que aún no se hubiera concluido la edificación. Descartó que se tratara de un proyecto lujoso. Refirió lo contrario: “es de gran simpleza, austero, y precisamente para economizar lo planteamos con una técnica de hormigón armado con tablas, a modo de ahorrar en revoques y pintura y en su posterior mantenimiento”. Se sabe, además, que ese proyecto ya fue modificado, con la natural molestia del profesional ganador del concurso.

Los fondos no faltaron

Varios pedidos de informes desde los bloques opositores de Cambiemos y Unión Vecinal del Concejo Deliberante jamás fueron respondidos por el Ejecutivo.

¿La obra no progresa por falta de fondos? No es lo que parece. El ex intendente Néstor Álvarez, declaraba en marzo de 2012 al diario “La Nueva” de Bahía Blanca que “el Jefe de Gabinete Alberto Pérez, quien es fanático de Nelly, se comprometió a enviarnos la primera remesa de un subsidio de un millón de pesos que otorgará la Provincia para construir el museo”.

Y a mediados de 2016 la Provincia destinó específicamente 2.100.000 pesos con la misma finalidad, los que fueron desviados a otros destinos en la comuna, lo cual implica un delito tipificado en el Código Penal, que al parecer encontró distraída a la propia asesoría letrada del municipio, que podría haber desaconsejado que ese no era el camino lícito.

Pero Álvarez no se detenía tratando de enmascarar una obra lejos de realizarse, y comentaba en la nota aludida  “vamos a trabajar con todo para que esté lo antes posible terminado. Sería un sueño hermoso que el gobernador Daniel Scioli venga con Nelly en el avión para cortar las cintas e inaugurar ambos este museo”.

Y tratándose de un municipio gobernado por el peronismo, es llamativo que, más allá de su valor cultural y atractivo turístico, ni siquiera se contemple al museo como un homenaje partidario, teniendo en cuenta el calvario que debió soportar la egregia artista por su adhesión a esa idea política, y su amistad con Evita, a la que  le dedicó “La descamisada”, lo que le valió a la caída de Perón el saqueo de su casa, la prohibición de actuar en radio, el impedimento de grabar, y hasta corrida de tugurios dónde sólo cantaba por monedas para comer, lo que la arrojó a la sobrevivencia del exilio, y hasta cantar con ropa prestada en el exterior.

El sueño de los justos

Por eso, siguen quedando huecos otros dichos de Álvarez: “Para nosotros esto significa cultura; para los que somos justicialistas, justicialismo; y valorar a la personalidad que tiene Guaminí”. Es de destacar que Álvarez anteriormente ejerció la Jefatura de Gabinete del Ministerio de Infraestructura, Obras y Servicios Públicos bonaerense, donde la obra pública se supone constituye una obsesión, que en este caso no fue la virtud que lo caracterizó.

Jamás imaginaríamos en el Trenque Lauquen del doctor Jorge Alberto Barracchia demorar más de cinco años en levantarle un museo a algún ilustre pueblerino, aún sin pedirlo como última voluntad.

Consultado el actual secretario de Obras Públicas del municipio Julio Erramuspe, este se excusó de opinar, en razón de hallarse en esa función desde hace muy poco, aunque sí adelantó conocer de que se estaría buscando alguna otra alternativa, aquella tan facilista de que al menos “algo es algo”, para que algunos de los objetos donados fueran exhibidos – se descuenta que se conservan en perfecto estado – en el Centro Cultural de la Sociedad Española, hoy en posesión del municipio, con lo cual dio la definición más actualizada: el museo y mausoleo a Nelly Omar seguirá durmiendo el sueño de los justos.

Dependerá también que el albacea designado, es decir, el encargado de hacer cumplir la última voluntad de la célebre donante, intime al municipio guaminense la continuidad de la demorada construcción para el cumplimiento del cargo impuesto por aquella.

Es de esperar que antes de esa instancia, José Nobre Ferreira el intendente sucesor desde agosto de 2018 del renunciante Néstor Álvarez, recomience la obra, a la que además de ladrillos, deberá aportarle una generosa dosis de pasión y sentimiento. Es lo menos que puede hacer en la ciudad donde dejó sus huellas de monumentalidad el arquitecto Francisco Salamone.

Más de cinco años de espera es demasiado. El mundo es más vertiginoso, y ya el tiempo no se mide con relojes de arena. Es comprender que el olvido sólo es derrotado por los recuerdos, y que como decía César Tiempo: “Sólo vive lo que continúa”.

(*) Periodista, escritor, amigo de Nelly Omar

ARTÍCULO PUBLICADO EN EL DIARIO LA OPINIÓN DE TRENQUE LAUQUEN