HOY EN… EL MIRADOR… “FANGIO”

El pasado viernes 17 se cumplieron 25 años de la muerte de Juan Manuel Fangio, sin duda el más exitoso piloto de autos argentino en el plano internacional. Sus cinco campeonatos mundiales (1951/54/55/56/57) logrados en la Fórmula 1, la categoría mayor del deporte automotor, y dos subcampeonatos (1950/53), lo documentan holgadamente

El “Chueco”, tal su apodo, comenzó su laureado periplo en la pistas europeas, en una edad en el que otros se están retirando, ya que los pilotos hoy se inician muy jóvenes. Fangio ya había cumplido 38 años, y era en la Argentina un corredor inmensamente popular participando de la categoría más afamada: el turismo de carretera.

Se había subido a lo más alto del podio para consagrarse campeón durante los años 1940 y 1941, siendo el que inauguró en la historia de la categoría el triunfo de los Chevrolet, y el primero en lograr un bicampeonato, además de protagonizar la gran rivalidad de la época con los hermanos Juan y Oscar Gálvez, que competían para Ford, inicio de un duelo de marcas que perdura hasta nuestros días en los autódromos.

Pero pocos meses antes de largarse a la gran aventura en el Viejo Mundo estuvo por única vez en Trenque Lauquen en 1948, junto a otros pilotos, en viaje hacia Buenos Aires. Cargó combustible, visitó la concesionaria Chevrolet, y de paso disfrutó de un distendido almuerzo en la “Churrasquería Montes”, una parrilla y restorán, ubicada a mitad de la vereda impar del Boulevard Villegas, entre Moreno y 25 de Mayo, cuyo rastro aún está hundido entre los mejores recuerdos gastronómicos de la ciudad.

La década europea
El balcarceño permaneció en la máxima categoría del automovilismo mundial durante casi una década. A los 47 años decidió bajarse de su Maserati, el último fórmula 1 que condujo, después de haberse sentado en los años anteriores en las butacas de Alfa Romeo, Mercedes Benz y Ferrari, lo que demuestra que la virtud estaba en su conducción, capaz de llevar a la victoria cualquiera fuera la marca que piloteara.

Un solo ejemplo de sus hazañas basta. Es el que remite a aquella legendaria actuación en el enmarañado circuito de Nürburgring, en Alemania, a poco de su adiós final. A diez vueltas de concluir la carrera lo separaban 50 segundos de los punteros. Sin embargo, alcanzó a las dos Ferrari tras romper el récord de vuelta siete veces, de manera consecutiva. A dos giros de que caiga la bandera a cuadros, Fangio superó a Peter Collins y Mike Hawthorn y cruzó primero la meta.

Se repliega en su esplendor poco después de obtener su quinto título. ¿Que lo llevó a hacerlo? Así lo razonaba: “¿Por qué habría de seguir corriendo? Después de todo, ya no queda ninguno de mis amigos en las pistas”. Su reflexión la corroboraba la estadística: fue la década que tuvo la mayor cantidad de accidentes fatales, 17 en 70 años de historia. Seguramente todos ellos al saludar a familiares, amigos y mecánicos al salir a pista, sabían que posiblemente era el último.

Lo había sufrido en carne propia cuando la muerte golpeó su puerta en dos ocasiones.

Una en la disputa del Gran Premio de América del Sur, una extenuante prueba de 14 etapas que unió Buenos Aires y Caracas, la capital de Venezuela. El Chevrolet de Fangio cayó en una hondonada en los precarios caminos peruanos de montaña, salvando su vida de milagro, pero muriendo su copiloto Daniel Urrutia. La otra, en el Gran Premio de Monza, en Italia, cuando su Maserati se despistó en una curva, y estuvo varios meses para recuperarse de sus heridas y fracturas.

Al retirarse no hacía falta dejar nuevas pruebas de su calificado manejo: 24 victorias en 51 carreras, es decir, que prácticamente ganó la mitad de las competencias en las que fue de la partida, además de sus 29 poles, 23 vueltas más rápidas y 35 podios.

En la Churrasquería
En aquel mediodía caluroso del verano de 1948, Fangio había llegado a Trenque Lauquen con otros pilotos de la época, entre ellos, Ernesto Blanco, Rodrigo Daly, y Domingo “Toscanito” Marimón, además de su fiel acompañante Daniel Urrutia, que perecería meses después en el referido accidente en tierra peruana. Se habían detenido en la esquina de Villegas y Moreno, donde hoy se levanta un edificio de propiedad horizontal, pero entonces Américo Tavoloni poseía una estación de servicio, y la representación de Chevrolet. Fue el que les sugirió caminar media cuadra para almorzar en la “Churrasquería Montes”, enfrente de la actual Cámara de Comercio.

La parrilla había sido inaugurada en 1940 por el asturiano José Montes, y a su muerte fue atendida por su hija Esther y su esposo Jaime Santandreu. Fallecido este, Esther y sus hijos Jaime, Juan Carlos y Jorge tomarían las riendas del negocio hasta su cierre definitivo en 1967.

Fue un lugar cotidiano para los paladares trenquelauquenses y visitantes ocasionales, incluso algunos famosos, como el cantor Alberto Castillo y el tradicionalista Fernando Ochoa.

Aunque entonces no existían las redes sociales, la noticia de la presencia del “Chueco” en la ciudad corrió con la rapidez de un rayo y la gente se agolpó en el lugar, razón por la que hubo que cerrar las puertas, y trasladar la mesa a un patio, bajo la sombra de una frondosa enredadera.

Fagio, sentado, y en su falda Carlitos Santandreu

Atilio Ricciardi, que tenía su comercio de fotografía enfrente, apareció con su cámara y retrató la mesa colmada de comensales y algunos curiosos rodeándolos. Es la que ilustra esta nota, con el balcarceño en el centro del cuadro, y el pequeño Carlitos Santandreu sentado en sus rodillas.

El 17 de julio de 1995, la bandera a cuadros que lo recibió como ganador tantas veces se cubrió de crespones negros. Fangio había dejado este mundo a los 84 años, vencido por una salud quebrantada, como la falla renal que lo obligaba a dializarse tres veces a la semana. Sus restos, velados sucesivamente en la Casa Rosada, el Automóvil Club Argentino, y en Balcarce, su ciudad natal, descansan en el cementerio local.

Al día siguiente, un aviso de Mercedes Benz, página entera en los diarios nacionales, mostraba un cielo tormentoso y debajo una frase para inmortalizarlo: “Si llega a escuchar un trueno, no piense que va a llover. Es Fangio probando un auto”.