MARTA COHEN DESDE EL CORAZÓN: UNA ENTREVISTA QUE MUESTRA SUS RAÍCES TRENQUELAUQUENSES

El diario Clarín la entrevistó para contar su perfil humano. La destacan como una incansable investigadora y narran episodio de su vida íntima que la vinculan a nuestra ciudad

La doctora Marta Cohen se debatió toda su vida entre la música y la medicina. Para resolver su permanente conflicto entre el piano, Chopin, Beethoven y los patógenos, se casó con Ernesto Correa, un tenor de ópera y ex rugbier de primera división, tucumano, que se recicló como arquitecto. Viven en Gran Bretaña junto a sus tres hijos, país a donde huyeron de la crisis y la hiperinflación. Esta médica argentina, patóloga pediátrica en el hospital británico de Sheffield, se transformó en viral explicando didácticamente el coronavirus a los argentinos y los avances de la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford.

“Como yo hago autopsias, estoy vinculada a la microbiología post mortem. Doy muchas conferencias sobre autopsia y las causas infecciosas de las autopsias. Nadie sabía nada de esto. Comenzamos a leer muchos papers y, junto con los españoles, hicimos un estudio sobre el coronavirus en la autopsia”, cuenta Martha desde Sheffield.

Marta leía y su hermana Caly, coach y periodista en Argentina, imaginaba cuál podía ser el aporte y la experiencia de su hermana en esta pandemia. Ante cada incertidumbre o nueva noticia, ella proponía: “Hacé un videíto”. Y así fue naciendo este fenómeno de “Soy la doctora Marta Cohen” en las redes y, especialmente, sus detalles de las informaciones de los progresos de las vacunas contra el coronavirus.

“Yo no tengo nada que ver con la vacuna. Simplemente es mi mirada científica de ser capaz de identificar lo que tiene valor. Es hacer la digestión de mi mirada científica y ponerlo para que la gente lo entienda. Creo que eso fue todo”, dice humildemente.

Pero ella tiene una amplia visión sobre todos los proyectos de vacuna en marcha. La segunda ola está pronosticada para septiembre, según el paper del 12 de junio del Imperial College. Pero ella considera que “en realidad no hubo una primera y una segunda ola. Los casos nunca dejaron de estar. Hay que seguir manteniendo la supresión con el distanciamiento social para que esos casos sigan siempre bajos”, advierte.

“La segunda ola comenzará en el otoño europeo y el pico será cuando llegue el invierno. Porque además de sumarse el coronavirus, estará la gripe. Se van a sumar pacientes que no pudieron asistir a la consulta por miedo al corona, otros que tengan secuelas del virus, ya sean neurológicas, mentales o respiratorias. Entonces la bomba del coronavirus será potencialmente mayor que la primera”, alerta.

Marta informa que la vacuna de Oxford ya estará en la tercera fase a principios de septiembre. ”Replica la segunda pero en vez de ser 1.077 pacientes, son más de 10.000″, explica. Pero ella no se sorprendería si hay un alto porcentaje con complicaciones menores, como dolor de cabeza, fatiga muscular o temperatura, que cedan con paracetamol. No son complicaciones serias. Con dos dosis, el 100% de los pacientes pueden desarrollar inmunidad, según su punto de vista.

Primero seguramente se vacunarán los británicos: el personal de salud y las personas en riesgo, que son los diabéticos, los asmáticos, los que tienen más de 50 años y los varones de más de 45 años, los hipertensos, los inmunosuprimidos y los cardiovasculares. Hasta diciembre, la vacuna no comenzará a ser distribuida en el exterior, aunque las fábricas en India ya están produciendo a toda marcha.

Hija de los primeros médicos pediatras que aterrizaron en Trenque Lauquen, en el centro de la provincia de Buenos Aires, Martha creció entre el piano, la sala de espera de sus padres, un papá que llegó desde Perú a estudiar medicina y se transformó en el director del hospital del pueblo y una mamá pediatra que era médica de la escuela especial. Una experiencia fundamental para entender a Emiliano, su primer hijo, con discapacidad.

Allí quedaron los bailes, las fiestas, los paseos a caballo en el campo de los abuelos, las largas vacaciones universitarias, cuando prepara las materias en el pueblo para rendir en La Plata. Pero su capacidad de ayudar, de servicio, es el ADN de Trenque Lauquen y de sus padres.

La doctora Cohen es crítica de la dura cuarentena argentina. La considera “ineficaz”.

“Si ves el mapa de Argentina, se mantuvo bajo durante los tres meses que nosotros estábamos en Gran Bretaña con el pico y ahora siguen en cuarentena y aumenta. En este momento, el 45% de las muertes por coronavirus está en América Latina, incluida Argentina. No quiero decir que falló. Yo creo que no ha sido eficaz porque no se planificó durante la cuarentena de los meses más duros qué hacer después. Empezaron temprano y la gente se agotó. Mientras tanto no hay test suficientes, hay sobresaturación de clínicas y todos los problemas intrínsecos de la salud argentina no ayudaron. ¿Cómo puede ser que teniendo la cuarentena más larga del mundo, los casos estén en aumento? No lo entiendo”, se pregunta.

Para esta médica, hija de la educación pública y graduada en la Universidad de La Plata, elegir su vocación no fue nada fácil. Era enciclopédica, le gustaba la biología marina, pero no esperaba pasar la vida arriba de un barco porque quería tener hijos. El test vocacional fue horroroso: podía estudiar todo. Un segundo la reorientó: psiquiatría, genética o abogacía.

“Mamá, con su gran brillantez, me sugirió: ‘Empezá medicina y si no te gusta, el año que viene cambiás’”, recuerda.

A La Plata. Atrás quedaba la profesora de piano Marisa Mestre en Trenque Lauquen, para quien fue su primera alumna. Así la recuerda. “Martita era muy aplicada, estudiaba obras avanzadas de Chopin, de Beethoven, de Debussy muchas horas. Hizo conciertos con su hermana y cuando viene de Sheffield, pasa a casa a verme. Su padre sigue vivo y lo visita cada año. Tiene dos hermanas y un hermano, todos profesionales. Ella se fue a Sudáfrica a trabajar antes de partir hacia Gran Bretaña”, contó por teléfono desde Trenque Lauquen.

Egresada en 1978

Como en todos los pueblos bonaerenses, Marta se fue a los 17 años a estudiar a La Plata y nunca regresó a vivir a Trenque Lauquen. Pero allí estaba su piano alemán de 1940, que iba a terminar siendo ambulante acompañándola en sus mudanzas, a quien ella extrañaba. Se lo llevó cuando se fue a vivir a Buenos Aires. Pero durante los veranos, la pasión entre Martha y el piano continuaba. Viajaba al pueblo para reencontrarse. Hoy el piano está en Sheffield y de sus tres hijos, fue Martina quien eligió ser ingeniera y pianista.

“Son nuestros afectos. Es lo que me da confort. Sentís que estás entre las cosas que te corresponden y te sentís cómoda. Eso es Trenque Lauquen para mí”, define desde Sheffield. Cuando se jubilé volverá a sus cinco horas de piano diarias y a la música.

Marta llegó a Gran Bretaña de la mano de otra patóloga argentina: Irene Scheimberg, que trabajaba en el Royal Hospital de Londres. Ella la convenció. Los costos de una gran familia la persuadieron de instalarse en Sheffield, en el norte de Inglaterra, y no en Londres.

“Yo estaba desesperada porque no había suficientes patólogos investigadores en Gran Bretaña. Corralito mediante, la convencí para que llegara y comenzó a trabajar en el servicio de Salud Británico (NHS). Marta es una máquina de trabajar, es extremadamente generosa y nada la detiene. No me extraña lo que está haciendo para la divulgación de la vacuna frente al coronavirus. Es una persona excepcional, que ha dado todas las batallas médicas, aún las más difíciles”, reconoce la doctora Scheimberg, su gran amiga, desde Londres.

Las enfermeras en el hospital la han bautizado “Sherlock Holmes”. Es un premio a su obsesión con la investigación, con las enfermedades nuevas porque la patología es el diagnóstico de las enfermedades. Su especialidad es la muerte súbita. “Siempre hay enfermedades nuevas. Porque hay siempre subclasificaciones, tumores que afectan al niño pero no al adulto y cuando se dan en un adulto, son una rareza. Lo que yo más hago es muerte súbita. Y la muerte súbita del lactante es la primera causa de muerte en la infancia y aún no se sabe de qué se muere”, aclara.

Marta da al menos 12 conferencias al año de muerte súbita. Ha escrito un libro sobre ello, y ha donado los beneficios a una fundación de padres de chicos con discapacidad.

“La muerte súbita es un diagnóstico de exclusión. No se sabe por qué se muere el niño después de haber hecho una historia clínica, una autopsia completa y una investigación de la escena de la muerte. Porque en realidad es una combinación de la vulnerabilidad individual del niño, por su constitución genética, que está yendo por un período de desarrollo que lo hace vulnerable desde los 2 hasta los 6 meses y que es expuesto a factores de riesgo. Factores de riesgo puede ser estar durmiendo boca abajo, por ejemplo”, dice.

“Cuando yo llegué al Reino Unido, en el 2003 y en el 2004, hubo un cambio en la legislación, que hizo que las autopsias de muerte súbita de causa natural aún desconocida, pasaran de la esfera de los forenses -como es en todo el mundo- a la esfera de los patólogos pediatras, como es solamente en el Reino Unido. Y eso fue increíble, porque por un lado yo, que no sabía nada de muerte súbita aprendí un montón”, cuenta la doctora Cohen.

Fue allí donde descubrió las razones. “A los forenses les encanta la muerte violenta. Y esto es una muerte natural. Entonces no se tomaban muchas muestras. Se hacían sobre todo en las morgues médico legales, donde no había microbiología, ni genética, ni análisis metabólico. En cambio nosotros hacemos la autopsia en el hospital y utilizo todo lo del hospital para los métodos de diagnóstico. Hago microscopía electrónica, genética, análisis metabólicos, resonancia magnética. Todos mis pacientes fallecidos acceden a los mismos beneficios que los pacientes vivos del hospital”, explica.

Así descubrió que antes el 100% de las muertes súbitas eran de causa desconocida. De 100 muertes, ahora son 40, o sea que se encuentra el resultado en 60. “Sabemos que un 3% de las muertes pueden ser de causa genética. Hay un gen, una mutación. Ahora lo descubrimos porque hacemos análisis genético. Puede ser que tenga una arritmia, 4% o 5%. Después puede ser que tenga una enfermedad metabólica, otro 3%, un problema de las mitocondrias, otro 3%. Que tenga algún tóxico letal para el chico, que se lo haya dado alguien o que el niño sea un poquito más grande y lo haya tomado, es otro 3%. Cómo hemos ido bajando”, asegura.

Para ella su especialidad “es una investigación de los detalles finitos y siempre tener la cabeza abierta, de que puede haber algo nuevo, que no es blanco y negro, de que hay tantos grises en el camino”.

Muchas cosas decidieron a Marta a partir hacia Sudáfrica, cuando pagar 10 dólares para una congreso era una fortuna para ella en Argentina. La madre la ayudó.

Estaba trabajando en el Hospital de Niños, abandonado un poco por la novedad del Garrahan. Así conoció a su mentor sudafricano, el doctor Kashula. Cuando una amiga le había presentado a Ernesto, un tenor y rugbier, y había salido pocas veces, llegó la carta invitándola a trabajar en Sudáfrica. Un dilema que Martha resolvió con audacia, en su romance exprés: “Yo lo voy a invitar. Si él me quiere, viene conmigo. Si él no viene conmigo es porque no me quiere lo suficiente y para qué me voy a quedar”.

Ernesto aceptó pero con condiciones: “Antes nos casamos”, anunció el tenor tucumano, ojos verdes, 1,90 metros. Así partieron para Sudáfrica, donde nació Emiliano, su primer hijo, con una severa y especial discapacidad. Ernesto fue padre, sostén emocional, enfermero, mentor, amigo y cuidador único de Emiliano. Allí comenzó una relación de amor inextinguible, a través de la música, la ópera, los conciertos que Emiliano adora.

Les ofrecieron seguir trabajando en Canadá, pero lo rechazaron. Regresaron a Buenos Aires y Martha comenzó nuevamente su búsqueda de trabajo, de contactos.

El primer ministro Tony Blair necesitaba científicos en Gran Bretaña. Médicos investigadores. Scheimberg, a quien conoció en un congreso latinoamericano de patología pediátrica, en Buenos Aires, la entusiasmó en irse a Gran Bretaña. El corralito, la crisis económica, la decidieron a partir en una emigración definitiva, en el 2003.

Allí se suma Teresa a la familia. Una peruana que, junto con Ernesto, que finalizó los estudios de arquitectura, se ocupan de Emiliano. Es el sostén, el apoyo emocional, la abuela de todos, la familia en la inmigración. Después de Teresa, ha llegado su hija. Esa familia peruana se ha incorporado a los Cohen como propia.

“Mi hermana es geminiana como yo, con una personalidad fuerte, tiene mucho de mi madre, que era pediatra. Su impronta es la de mamá. Pero nunca podría haber hecho todo lo que hizo sin Ernesto, un padre extraordinario. Mi hermana vive arriba de un avión, en una valija. Cuando comenzó el coronavirus, hablamos. Planificamos. A ella le gustó mi idea del video. Se hizo un esquema y comenzó. Nunca nos imaginamos que sus videos se convertirían en virales. ‘Decilo en 2,42’ fue mi instrucción más importante”, cuenta Caly, que es periodista parlamentaria en La Plata.

Guille Correa es la hija de Marta, trabaja en contenidos y marketing en Londres. Así la describe: “Mi mamá es una de esas personas que dice no a nada. Siempre piensa que todo es posible. Cada meta que se pone está decidida a conseguirla. Pero está conectada con sus emociones. Siempre pudimos hablar con ella”, observa por WhatsApp desde Londres.

“En Sudáfrica mamá trabajaba y papá se ocupaba de Emiliano, de la casa. El era tenor, le encantaba cantar. Pero en Gran Bretaña nos educaba a nosotros y a mi hermano mientras estudiaba arquitectura. Se graduó en Sheffield y trabaja allí”, contó Guille.

El covid entró en marzo a la casa de la familia. Marta comenzó a estudiar apasionadamente, a aprender cada día. “La gente tiene que saber lo que está pasando”, repetía. Y así se inició esta aventura. 

Marta cree que se necesitan “mentores” para alertar sobre los riesgos del covid. Deben surgir de la propia comunidad, de los sectores más vulnerables, obviamente apoyados por los sistemas de salud y los gobiernos. “Ellos podrán salvar muchas vidas porque los jóvenes no escuchan a los padres: escuchan a los pares”, plantea. Y son justamente ellos los que están contagiando y subiendo el riesgo de una segunda ola.

La doctora Cohen cree que se debe aprender a convivir con el virus hasta que la vacuna surja. “Un país o el mundo no pueden paralizarse y dejar de fabricar, de vender, de comprar, dejar de comer, de producir, porque se genera pobreza, se genera mal nutrición. Se generan muchas más enfermedades mentales, suicidios que ya han aumentado y además, violencia. Porque están los que dicen: ‘Bueno, me muero de hambre’. Pero está el que roba o mata para tener lo que no tiene, porque no puede trabajar. Con todo eso, lo más apropiado sería-y creo que es lo que se va a apuntar a hacer por lo menos en el Reino Unido- es a ir ‘extinguiendo los fuegos'”, concluyó.

Don Ramón, su padre y pediatra, tiene 98 años y sigue viviendo en Trenque Lauquen en plena cuarentena. Escucha el video de Martita, y sonríe. Misión cumplida.

 

PUBLICADO POR CLARÍN