UN HITO TRENQUELAUQUENSE: EL “PATAGORDO”, LA CUASIMONEDA FUROR EN LA CRISIS DEL 2001

Fue un billete impreso con la figura animada y en tono de humor de quien fuera intendente del distrito, Jorge Barracchia. Surgió en la época de las cuasimonedas que se multiplicaban en las provincias y que el Estado usaba para saldar cuentas y sueldos

Varios gobernadores de provincia, entre ellos el santafesino Omar Perotti, han advertido últimamente que la emisión de una cuasimoneda es una alternativa que se analiza ante un potencial escenario de iliquidez para hacer frente al pago de salarios y otros compromisos del sector público, agravado por una economía paralizada como consecuencia de las restricciones impuestas para paliar el avance del coronavirus.

Los mandatarios provinciales se muestran preocupados por la caída de la recaudación de impuestos provinciales y para evitar el festival de cuasimonedas que brotaron como hongos en el 2001, presionan a la Nación para que los auxilie por la vía de una mayor emisión monetaria. 

En la provincia de Buenos Aires, siendo gobernador el peronista Carlos Ruckauf, se emitió el “patacón”, en principio, para abonar los sueldos de los empleados públicos y pagar a los proveedores del Estado, pero que luego se extendió hacia todas las actividades. Pagar un café con un patacón terminó siendo normal.

Trenque Lauquen, que recuerda los 144 años de su fundación, y lleva en su historia momentos bisagra que lo hicieron fuerte y robusto como sociedad pujante y floreciente, también tuvo por aquellos días de angustia de 2001 su propia cuasimoneda, aunque claro, sólo para ponerle un poco de humor a aquella angustia generalizada que se conoció como “la crisis del 2001”.

Todo nació en la inventiva de Luis “Poco” Andrade – entonces cronista del diario “La Opinión” – que complementó para darle forma y estética el brillante dibujante y caricaturista Néstor Martín (Naki), que aún es parte del staff de ese medio.

Así nació el “patagordo”, en clara alusión a quien por entonces gobernaba el distrito, el doctor Jorge Alberto Barracchia, más conocido por el apodo de “el Gordo”.

Se imprimió el falso billete y se lo adosó, como un atractivo más, a cada ejemplar de una de las ediciones domingueras. El “patagordo” fue un éxito extraordinario, a tal punto, que muchos que no habían adquirido el diario, y no lo habían conseguido en ningún quiosco, ese mismo domingo, se acercaron a la Redacción para comprarlo, aunque debieron relegar su deseo para el día siguiente, ya que la administración ese día no trabaja.

Por eso, en virtud de esa inesperada mayor demanda, se lo reiteró en la edición del domingo siguiente, y hoy, seguramente, en algunos hogares se conserva como un recuerdo placentero de aquellos días que no lo eran tanto para el común de la gente agobiada por las preocupaciones que le generaba el andar de la maltrecha economía.

Dio lugar también a múltiples anécdotas. Una de ellas lo tuvo como protagonista a un estudiante de Periodismo trenquelauquense en La Plata, que muy tarde se retiraba de la casa de un compañero de Facultad, donde estaban preparando una materia a rendir. A poco de salir a la calle, fue abordado por un asaltante exigiéndole el dinero que llevaba.

Amparado en la oscuridad, sacó un “patagordo” que llevaba en el bolsillo y que se había llevado de una de las visitas a sus padres en la ciudad. El delincuente lo tomó de apuro y huyó rápidamente con la moneda trenquelauquense. Imposible imaginar la cara de asombro del atracador cuando se encontró con el falso billete, tratando de descifrar de que se trataba, hasta quizá pensándolo como una variante del patacón o ganado por la indignación de haber sido burlado.

Y si la historia de las cuasimonedas se repite con el retorno de los patacones, el humor ya no será imaginando un “patagordo”. Esta vez habrá que reemplazarlo por el “patamiguel”.